Todos alguna vez hemos dejado una novela a medias, a veces, pensado en volver a retomarla con el tiempo, otras, sabiendo que no volveremos a leer ninguna de sus páginas jamás. Normalmente cuando esto sucede resulta fácil averiguar si fue porque ésta nos aburrió, o si por el contrario éramos nosotros los que lo estábamos. Aunque suena algo paradójico, tuve una época en la que llegué a pensar que casi tenía mejor gusto literario por todos los libros que no me había terminado, que por aquellos que sí lo hice.
Ahora estoy con Los enamoramientos (Alfaguara 2011) de Javier Marías y, por primera vez, estoy dudando si continuar o no. Marías es mi escritor predilecto, desde Mañana en la batalla piensa en mí, novela que me dejó sin aliento desde principio a fin. Como si nunca antes hubiese leído nada, como si fuese la primera vez que escuchara de tan cerca la voz de un escritor hablándome. Después seguidamente leí Todas las almas, Corazón tan blanco, Los dominios del lobo…Lo único malo de leer a Javier Marías es que después estás un tiempo sin poder leer otra cosa porque todas las demás novelas te parecen mal escritas.
Con su penúltima novela, Veneno, sombra y adiós, a menudo tuve la sensación de que iban a brotar florecillas y encajes de entre las páginas; de entre esos párrafos que parecían versos, de esa forma que tiene de detener el tiempo, y después hacerlo avanzar, y volverlo a empujar hacía atrás, consiguiendo que de un volumen, a otro de Tu rostro mañana, todo encaje perfectamente.
Lean a Marías, yo esperaré todavía un poco más para Los enamoramientos.